domingo, 5 de diciembre de 2010

Nada que decir, nada que pensar

Sentados los dos, sin necesidad de decir nada, simples miradas les bastaban. Nada que decir, nada que pensar, tan solo observar la increible maravilla que había ante sus ojos, esa hermosa luna llenando todo el cielo, iluminando la ciudad, observandose en el mar, reflejandose en su mirada, que con cuidado se posaba en los ojos de ella, y ésta, anonadada, perdida en ese brillo de luna clavado en su mirar, calló rendida a la dulce perdición de sus labios, suaves, dulces, incansablemente deliciosos.


Look at the stars
look how they shine for you

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