martes, 26 de abril de 2011

Marchita

Conozco la amistad, el cariño, la sinceridad y la honestidad. También el dolor, físico y sentimental. Conozco lo que es estar enamorada y sentir esa extraña sensación en el vientre, el sentirse amada, deseada. Cómo no, el ser rechazada, e incluso odiada. Por último, aunque lo conozco ya de sobra, es algo que sigue impactándome como si fuera nuevo, el sentirme vacía. No se que siento, no se que tengo, no se que me falta, no se que quiero, no se que pensar, ni que hacer. Soy inevitablemente dependiente, triste, pero cierto. Y en ocasiones, siento incluso que me falta el aire, que me hago diminuta, invisible, y que el mundo se me hace inmenso. Que necesito que alguien reduzca mi mundo a sus brazos, que alguien me devuelva el aire con sus besos, y me regale el sol con una mirada. Que no pido rosas por San Valentín, ni un anillo de mil quilates, no necesito que me bajen la luna, ni que me compren el paraíso. Tan solo bastaría con mostrarme el sentimiento, el cariño, la ternura, ni siquiera que lo haga 24 horas al día. Solo, alguien que valore lo que hay dentro de mi, que puede que no sea gran cosa, pero no estaría mal que me hiciera sentir que si lo es. Pero parece ser, que sí es mucho pedir, por lo que, ya, no pido nada. Ya solo espero, mientras me marchito, lentamente.


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